No todo es Vardy y Mahrez

Llevaba mucho tiempo con ganas de escribir este artículo. Creo que desde que este Leicester, sin aún ser la moda en la que se ha convertido, comenzó a dejarnos claro que tenía algo especial. Corría octubre de 2015 y los de Ranieri, tras un arranque positivo y absolutamente inesperado, ya estaban arriba en la tabla. Pero no todo era felicidad como ahora. Los foxes venían de perder 2-5 en casa ante el Arsenal en un partido en el que mostraron al mundo ese acierto arriba que les ha llevado al lugar que hoy ocupan pero en el que, por otro lado, no supieron encontrar el equilibrio necesario para controlar la medular en un encuentro que acabó siendo demasiado cómodo para los de Wenger. Y no era la primera vez que les pasaba desde que había arrancado la temporada. 



Siempre he dicho que soy de los que creen en derrotas que, a la larga, dan campeonatos y creo que ese 2-5 fue determinante. N'Golo Kanté no había participado mucho hasta entonces pero esa sensación de descontrol de la que hablaba despertó en Claudio la necesidad de cambiar algo. Probablemente pensando más en una salvación mucho menos agónica que la de la campaña pasada, pero el medio centro francés comenzó a tener más minutos. Y todo cambió. 

Resulta obvio pensar que sin los goles de Vardy y las acciones mágicas de Mahrez el Leicester no estaría viviendo el sueño del que por ahora no quiere despertar pero no podemos reducir el fútbol a algo tan simple, y menos en una liga de tantas alternativas como la Premier. Las paradas de Schmeichel, la solidez que han mostrado Huth y Morgan pese a sus limitaciones, el oxigeno en momentos decisivos que han aportado Gray o Dyer, la movilidad arriba de Okazaki... Y ese doble pivote Kanté-Drinkwater. Un Nobel, un Oscar, lo que sea, para esa pareja que le da sentido al equipo del que, a día de hoy, todos hablan en el planeta fútbol. Un dúo que apareció de la nada y que, para un estilo directo como el que propone Ranieri, es ideal. Por un lado ese saber qué hacer y dónde estar situado en cada opción que muestra Danny semana tras semana. Por el otro, el combustible inagotable de un N'Golo que, gracias a ese físico privilegiado, le permite llegar a todas partes. Coberturas, recuperaciones y carreras sin fin, ya sea en su zona de origen o en la de un compañero que ha sido superado. Todo ello sin desafinar con el balón. Un recital que, para mí, lejos de acciones brillantes con balón en los pies que acaben dando la vuelta al mundo a través de vídeos de YouTube, le sitúan entre los tres futbolistas más importantes del curso en Inglaterra. Y lo digo convencido. 



La gloria está cada vez más cerca para ese equipo que hace poco más de un año era el colista en la que, dicen, es la liga más disputada. Está claro, de todos modos, que celebrarlo antes de tiempo sería un error, y más teniendo en cuenta que los conjuntos perseguidores tienen más fondo de armario y experiencia en llegar a mayo estando en la lucha por los títulos. De lo que no hay duda es de que la 2015/16 ha sido la temporada de Kanté y que, por cosas del destino, el próximo verano hay EURO y, para postre, en Francia, su país. Pogba con libertad y escoltado por Blaise Matuidi y N'Golo a este nivel... Pensadlo. Yo lo he hecho y he sido incapaz de imaginar a alguna selección nacional europea haciéndoles daño por dentro. 

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