Era el día del 14, el día de Johan. Era el partido en el que se le iba a rendir homenaje en un Camp Nou lleno hasta la bandera. Quizás por ello, por las dudas que había generado el Madrid en los días grandes, por la enorme distancia en la tabla y por ese 0-4 de la primera vuelta, muchos culés confiaban en que el Clásico de hoy tendría un final feliz. Pero, al final, lo que manda en el terreno de juego es el éxito que acabe teniendo el fútbol que intentes imponer y, en eso, el equipo blaugrana hoy fracasó ante un Madrid que ganó por un justo 1-2. Todo ello en un día en el que el espectáculo no fue excesivamente protagonista.
Sólo con ver los primeros instantes del choque ya quedaba claro cuál sería el planteamiento de ambos para los siguientes 90 minutos. Posesión y dominio del Barça para intentar hacer daño a un Madrid que no iba a salir a buscar a los de Luis Enrique. Replegados, compactos y sin dejar huecos. Una apuesta criticable a Zizou pero que, a la larga, tendría premio, que es lo que cuenta. Y en medio de todo ese entramado, una premisa común: no fallar y arriesgar lo mínimo. Sorprende, pero probablemente Zidane y los suyos no se veían con opciones en esta Liga ni ganando y valía más la pena evitar lo que ya sucedió en la ida. De todos modos, creo que esa idea que ambos adaptaron evitó que se pudiera disfrutar de esas exhibiciones que nos han llegado a poner la piel de gallina (o la gallina de piel) en otras muchas noches.
No vi del todo fino al Barça en ningún momento. Puede que en esos primeros compases de enfrentamiento estuviera más cómodo, pero Leo no disfrutó de muchas acciones con espacio por delante de la zaga blanca ni Neymar encaró con facilidad a Carvajal, y eso es significativo. Pero ese poco protagonismo de la MSN no me pareció lo más preocupante. El Madrid fue el primer equipo que, en lo que llevamos de temporada, logró desmontar la presión culé (sobre todo con un Marcelo excelente y bien acompañado por Modric). Y aún y así llegó el 1-0. Bálsamo y aumento de confianza. Peligrosísimo en partidos de este nivel.
Probablemente lo mejor del Madrid hoy fue, a parte del rendimiento del brasileño, del croata o de Casemiro, no hundirse (podría haberlo hecho) tras el gol de Piqué. Siguió jugando a lo pactado. Quizás eché en falta un paso adelante que, vista la necesidad de ganar, no acabó de dar, pero el plan de Zidane surgió efecto. Dos transiciones, siempre buscando ese costado de Bale y Carvajal en el que los blancos son superiores físicamente, mataron a un Barça que se durmió a partir de un momento en concreto: la entrada de Arda por Rakitic. Sergi Roberto era el cambio, creo, pero Luis Enrique buscaba llegada, algo completamente ilógico viendo el planteamiento de su equipo en la segunda parte. Excesivo fútbol-control mediante la posesión, una estrategia que ya provocó un susto en la ida de la eliminatoria de Copa que el Barça jugó frente al Athletic y que hoy acabó en lección. Perder profundidad y jugar a no perder el cuero durante tantos minutos puede acabar con algún que otro infarto en el tramo final de partido. Hoy ocurrió.
El resultado de hoy en Barcelona puede dar paso a varias conclusiones. Para mí, la primera y más obvia es que en choques de tanto nivel no puedes dar por muerto a nadie. Es ley del fútbol. A partir de ahí, está claro que el Madrid saldrá reforzado, y más tras demostrar que sí es capaz de batir a los mejores. No jugando de tú a tú pero sí siendo fiel a una idea. De todos modos no creo que todo deban ser sonrisas ahora para los de Zizou. Ramos sigue sin estar a la altura en los grandes días y Cristiano es estéril lejos del área.
Por su parte, el Barça tendrá el martes un examen importante que nos acabará de disipar la duda de hoy: cansancio por lo acumulado desde septiembre (lo dudo mucho viendo cómo prepara las campañas Luis Enrique) o un mero mal día ante el rival inadecuado. La primera opción tiene difícil solución, la segunda gustaría más en Can Barça porque, viendo a lo que puede llegar a jugar este equipo, podría provocar una reacción determinante de aquí a finales de mayo.