ESPECIAL UEFA YOUTH LEAGUE 2015/16: Los juveniles sí la revalidan

En 2014 fue para el Barça de Munir y en 2015 reinó el Chelsea de, entre otros, Solanke, Loftus-Cheek, Christensen, Izzy Brown o Musonda. Las dos primeras ediciones de la UEFA Youth League se decantaron gracias, en gran parte, al talento individual de jugadores que marcaron la diferencia. Pero hoy, en Nyon, donde se ponía el punto y final a la edición de 2016, el cuento fue algo diferente. Volvió a ganar la máxima competición europea juvenil el conjunto blue de Londres, dejando claro que esa especie de maldición que impide revalidar título solamente existe en la Champions profesional, la que realmente todos sueñan con ganar. Pero lo hizo de forma distinta. Sin que el nombre de uno o dos jugadores destacaran sobre el resto de forma muy marcada y poniendo siempre por delante lo colectivo.


PSG y Chelsea, dirigidos respectivamente por François Rodrigues y Adi Viveash, llegaban a la final tras superar a Madrid y Anderlecht en las semis del viernes. Los franceses acabaron con el conjunto blanco liderado por Mayoral y Febas tras un encuentro igualadísimo que se acabó decidiendo en los últimos 10' gracias al físico imponente de los parisinos, una de sus grandes bazas de cara a la final. Por su parte, los ingleses se llevaron por delante por 3-0 al Anderlecht de Wout Faes, ese prometedor defensa que ya fue de lo mejor en los cuartos de final, donde los belgas eliminaron al Barça. Por lo que pudimos ver en las semifinales, el choque decisivo no iba a decepcionar y además nos iba a regalar un cara a cara entre dos clubes que basan sus proyectos de élite en inversiones millonarias pero que cuidan y trabajan de forma sensacional su fútbol base. 

Lo cierto es que fue atractivo desde el principio. Los primeros 10' fueron eléctricos, con un Chelsea que logró hacer mucho daño sin apenas arriesgar, sin avanzar en exceso las líneas. El gol se intuía y acabó llegando. Tomori remató un rechace tras un córner y adelantó a los suyos. La calma, de todos modos, no iba a durar mucho tiempo. El PSG se creció y comenzó a tener el balón en campo contrario, algo que se convertiría en la tónica de gran parte del resto del partido. Y jugando así llegó el penalti que puso el punto y final a esos primeros minutos en los que sucedió de todo. Tomori, que al parecer no había tenido suficiente protagonismo con el gol, cometió una pena máxima que Augustin, habitual para Blanc en el primer equipo durante la pasada pretemporada, envió a las manos de un ágil Collins. Pero los franceses no se iban a hundir. 


Me gustó el planteamiento de los de Rodrigues a partir del tempranero gol en contra. Pese a que en las rondas previas ya habíamos visto que no eran un equipo técnicamente maravilloso, lograron adueñarse del control del partido y ser profundos gracias a la velocidad arriba del propio Augustin, de Meité y de un Edouard que mejoró su actuación del día en que se enfrentaron al Madrid pero que no logró brillar como lo hizo en ese Europeo Sub 17 de Bulgaria en el que nos encandiló a todos. Ya en la segunda parte llegó el gol del empate, pero la igualdad duró poco porque así lo quiso Palmer, de lo mejor de esta generación del Chelsea. El 10 demostró dominar, tanto en la final como en el resto de partidos de la competición, esa zona de 3/4 tan importante para hacer daño a la zaga rival antes de encarar portería. Él, junto a Abraham (el delantero referencia), el capitán Colkett y una defensa físicamente poderosa, fueron lo más destacado de un equipo que ya aguantaría las embestidas rivales hasta el final. Para volverlo a hacer, para dejarle claro a Europa que la presión de ser el sucesor de una generación que había arrasado un año antes no les había echado por tierra el sueño de ganar esta UEFA Youth League. Para que el Chelsea volviera a levantar bien arriba el trofeo en Nyon.  

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