Estilos, dinámicas y un estadio que no deja de soñar

De la más absoluta sensación de superioridad a las dudas en dos semanas. A veces el fútbol es cruel y, tras lo de ayer en el Calderón, el Barça lo sabe bien. Porque ese 2-0 que acabó con las opciones blaugranas de revalidar la competición más bonita de todas supone la prueba definitiva de que la debacle de los de Luis Enrique ha sido tan real como inesperada, además de que lo de este Atlético de Madrid es tremendo, algo histórico. Dos caras opuestas tras una eliminatoria que nos dejó de todo y que demostró que la Champions es mágica y especial. 
 

Recuerdo que, curiosamente, la última vez que escribí por aquí fue tras el partido con el que comenzó este bajón culé. El Madrid asaltó el Camp Nou y superó a un Barça que tuvo demasiados tramos de una pasividad que, por entonces, preocupaba poco. Por cómo iba todo en Liga y por cómo venía jugando el equipo. Tres días después llegó la ida de los cuartos de final de Champions y, por desgracia para los vigentes campeones, esa sensación de descontrol y de no poder jugar a ese fútbol que les había hecho reinar seguía. Pese a todo, la expulsión de Torres y la mejora tras el descanso camuflaron los problemas de un Barça que acabó sacando un 2-1 positivo. No iba a bastar. 

Messi, Neymar y compañía se plantaron ayer en Madrid con la esperanza de hacer valer el marcador de la ida y de recuperar anímicamente lo que se tambaleó del todo tras la derrota en Anoeta del pasado fin de semana. Era el momento y el lugar para dar el golpe sobre la mesa y disipar dudas. Pero ni a la cuarta fue la vencida. El equipo volvió a mostrar esa versión sin chispa, lenta y con excesivos tramos de falta de ideas. Una mezcla entre ese fútbol-control a través de la posesión que pocas veces le ha salido bien a Luis Enrique y la imposibilidad de romper por dentro a un Atlético igual o más serio que nunca. Y ya es decir. 

Simeone alineó a Gabi, Augusto, Koke y Saúl para frenar la salida del Barça presionando alto pero sin perder la cabeza, algo que puede suceder cuando hay necesidad de remontar. Con inteligencia, sabiendo que la iban a tener y que Carrasco y Griezman acabarían castigando a Piqué y Mascherano en la presión y saliendo rápido tras recuperación. Atrás, lo de siempre. Los laterales se pegaron a los hombres importantes de banda (Messi y Neymar no tuvieron espacios en ningún momento) y, por dentro, Godín y Lucas secaron a Suárez casi siempre. Si lo del central canterano de 20 años fue un recital de solidez, lo del uruguayo fue la enésima demostración de que en lo meramente defensivo es el mejor del planeta ahora mismo. Ambos lo taparon todo, tanto en la primera parte, cuando el Barça sólo se acercó con timidez, como en la segunda, con sus compañeros más justos de fuerzas.

 

El Barça se desesperó en el primer tiempo. Se ahogaba en una presión organizada de forma genial y en la que Saúl y Koke se volvieron a hacer grandes colaborando en la tarea de limitar los espacios de Busquets, ese motor tan necesario. Sin él, el balón no fluye, la pelota no le llega al hombre mejor colocado y todo se reduce en una dependencia total de la MSN. Y claro, si los 3 de arriba no pasan por su mejor momento y están bien tapados, es imposible. Ayer sólo Iniesta lo intentaba pero, como decía, no iba a bastar.

Siempre se ha comentado que la Champions es una competición de detalles, de momentos, y no puedo estar más de acuerdo. Ya puedes mandar en tu país durante una infinidad de jornadas que si llegas a las rondas decisivas de la Liga de Campeones con dudas, sin tus figuras al 100% y acusando el desgaste de todo un año, el sueño se acaba. Y bien, es cierto que deberán dejar de pensar en levantar en Milán otra Orejona, pero la temporada no puede, de ningún modo, acabar aquí. Siguen siendo los máximos favoritos a todo en España, pero ahora falta ver si el golpe de ayer pasa factura o los jugadores se levantan para rematar un curso que no será de final fácil pero que, si acaba con dos títulos, tendrá un balance muy positivo. 

 

Por su parte, el Atlético competirá con Madrid, Bayern y City por estar en otra final europea dos años después de que un cabezazo de Ramos en el 92' acabara con la ilusión de toda una afición que hace media década ni se imaginaba lo que ese ex jugador colchonero nacido en Argentina lograría como entrenador. Intensidad, trabajo, motivación y fútbol, mucho fútbol. Aunque algunos no lo quieran ver. Todo ello ya les llevó a incluso tocar la copa en Lisboa y les hace ahora, en semis de esta edición, ser los favoritos para muchos (entre los que me incluyo). Nadie es capaz de incomodarles con balón durante partidos enteros y pocos han logrado escapar del peligro que generan cuando atacan todos a una. Con Griez, con Koke, con Saúl... Y con un Calderón que no falla. 

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